TRABAJO Y OCIO

Lo mejor de la amistad

En plena Europa hay una guerra que está impactando a muchas personas. Los efectos se están sintiendo quizá más en República Checa, Polonia y Alemania por la proximidad geográfica de Ucrania. A raíz del conflicto se ha generado una ola de solidaridad, también entre nuestros empleados, muchos de los cuales han acogido a refugiados de la guerra en su hogar.

Cuando Daniela Schick estaba navegando por Facebook a primeros de marzo, sus ojos se detuvieron enseguida sobre una petición urgente: se buscaba alojamiento para refugiados de la guerra de Ucrania. Daniela, de 39 años y madre de un chico de 13 años, lleva trabajando nueve años en Compras en KAMAX Tools. No lo dudó ni un instante y registró su pequeña casa de Homberg. “Me dije a mí misma: incluso en la casa más pequeña de todas hay espacio suficiente”. Poco después, se pusieron en contacto con ella y todo sucedió muy deprisa. Natalja, de 38 años, se puso en camino hacia su casa desde el sur de Ucrania junto con su hijo de 14 años.

Los dos llegaron a la puerta de Daniela dos días más tarde. Exhaustos, pero a salvo. El marido de Natalja, al igual que la mayoría de hombres ucranianos, se quedó en la zona de conflicto. “Nos entendimos enseguida, y eso que al principio nos comunicábamos con Google Translate, pues Natalja no habla inglés”, cuenta Daniela. Las dos mujeres comparten el salón y la cocina y se han hecho amigas. “Natalja entiende cada vez más alemán y, a veces, cocinamos juntas recetas ucranianas. Está siendo una experiencia increíble para mí y mi hijo”. Los dos chicos también se llevan bien “aunque estén en plena adolescencia”, añade Daniela con una sonrisa.

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Daniela, Natalja y su hijo junto a la familia que huyó temporalmente a Poprad en Eslovaquia (última foto)

JUNTAS DE VACACIONES

El hijo de Natalya está recibiendo clases intensivas con apoyo lingüístico junto con otros refugiados. En cuanto la situación en Ucrania lo permita, los dos quieren regresar lógicamente a su país de origen, pero puede ser que pase algún tiempo antes de que eso ocurra. A Daniela no le cabe ninguna duda de que las dos seguirán manteniendo la amistad aunque regresen, pues se lleva tan bien con Natalja que incluso se la llevó de vacaciones a Croacia durante algunos días. Para Natalja, después de lo vivido por la guerra, esos días supusieron todo un respiro. “He disfrutado haciendo todo eso, porque yo misma recibí mucha ayuda cuando mi hijo estaba gravemente enfermo de cáncer”, cuenta Daniela. “Ayudar es algo que sale del corazón”.

Esta actitud coincide también con la de Marián Frisík, empleado también de Tools en Bardejov. Marián alojó en su casa de Poprad a toda una familia ucraniana de Kiev (abuelos, padres y dos hijos). Los dos hombres pudieron salir del país por su avanzada edad. Aquí, el contacto se entabló a través de una de las dos hijas de la familia ucraniana. Ella había conocido al hijo de Marián durante una beca Erasmus en una universidad alemana y pidió espontáneamente ayuda para su familia.

Cuando cayeron las primeras bombas, empaquetaron en 20 minutos todo lo necesario y huyeron de la ciudad. Tardaron cuatro días en recorrer los aproximadamente 1.000 kilómetros que les separaban de la frontera por las largas colas de coches que se formaron. De todas formas, Eslovaquia solo era una parada en su camino: “La familia siguió hacia Dresde , donde otra de sus hijas estudiaba en la universidad”, cuenta Marián. “Me alegré mucho cuando supe que habían llegado a salvo a Alemania. Y, por supuesto, también de haber podido ayudarles”.

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KXpress